Dir. Albert and David Maysles
Estados Unidos, 1968
"Direct Cinema is the result of two predominant and related factors—The desire for a new cinematic realism and the development of the equipment necessary to achieving that desire"
Los logros más importantes de este filme es la capacidad de los hermanos Maysles de convertir invisible a la cámara y al "crew", lo que le ha costado tanto trabajo a Jean Rouch capturar. En este filme los gestos se muestran con una naturalidad sorprendente ante provocaciones externas, como lo es la insistencia de algún vendedor. Los movimientos son medidos con precisión y los personajes muestran su verdadera personalidad "sucia" y competitiva frente a la cámara.
Por medio del seguimiento de 4 patéticos vendedores de Biblias sobrevaluadas, los autores nos dejan descubrir el lado oscuro del sueño americano, en una época caracterizada por los excesos y la contracultura nos encontramos con el paisaje más desafortunado de la nueva sociedad de consumo que se gestaba a través de los Estados Unidos, los "targets" de las Biblias son familias de clase obrera, es un tanto doloroso observar como los están hipnotizando para caer dentro de esta red, que forma parte de la cultura del crédito que sobrevive hasta nuestros días, de la misma manera que vemos ahora señoras marcando a los teléfonos de los llamados: "telejuegos" o productos que las harán bajar de peso.
Igual de desolador son las vidas de estos personajes, rechazados múltiples veces y lo más difícil es que es en persona, muchas veces les cierran la puerta en la cara, ahora por lo menos es más impersonal a lo mucho le colgamos al vendedor de afores que nos llama a nuestra casa y ni siquiera sabemos su físico, pero en persona, la escena se vuelve más patética, ellos viven en un ambiente de jungla, no pueden ser amigos puesto que buscan a la misma presa, se han convertido en seres grises, nómadas, moviéndose de lugar para encontrar el "sustento". Divagando, me pongo a pensar que si retratara la vida de los vendedores en el presente, creo que también la haría en Blanco y negro, los tonos grises entonan con sus vidas.
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